La Coruña (A Coruña, si quieres sonar local) es un lugar que engancha casi sin pedir permiso. Esta provincia gallega, al noroeste de España, se despliega entre rías llenas de barcas y colinas verdes que parecen pintadas con pincel fino. El mar Atlántico aquí no se anda con chiquitas: azota acantilados y acaricia playas con un descaro que hace que todo huela a sal y aventura.
En medio de este paisaje, Sada asoma como un pequeño refugio marinero, pero su entorno merece una excursión pausada. Los pueblos bonitos cerca de Sada se cuentan por decenas, como si a los gallegos les diera por coleccionar rincones con historia, piedra vieja y buen pulpo. Cada uno tiene su carácter: fortalezas medievales, paseos fluviales, tabernas donde el albariño corre sin remordimientos. Aquí, las carreteras se retuercen con el mismo antojo que las historias de sus gentes.
Así que coge calzado cómodo, deja sitio para las empanadas y acompáñame a recorrer algunos de los pueblos con más encanto que puedes visitar cerca de Sada, porque te aseguro que estos rincones se te quedarán pegados a la memoria como la arena mojada entre los dedos.
Explora los pueblos bonitos cerca de Sada llenos de encanto
Betanzos
No me andaré con rodeos: Betanzos es una postal medieval que no necesita filtros de Instagram. Su casco histórico, declarado Conjunto Histórico-Artístico, se retuerce en callejuelas de piedra que te llevan hasta la iglesia de San Francisco o la de Santiago, dos joyas góticas que se mantienen firmes desde hace siglos. No te vayas sin recorrer la plaza de la Constitución, donde los bares sacan terraza aunque chispee (gallegos, ya sabes).
El parque del Pasatempo, un parque temático del siglo XIX con grutas, estanques y esculturas dignas de novela, es otro imprescindible. Y si eres de buen comer, apunta la tortilla de Betanzos, casi líquida por dentro, que debería estar protegida por la UNESCO. Entre monumentos, murallas, y tapeos, Betanzos confirma por qué figura entre los pueblos bonitos cerca de Sada que merecen toda tu atención.
Pontedeume
A orillas del Eume y abrazado por el puente medieval que le da nombre, Pontedeume sabe a nobleza, a ría y a historia. Aquí se alza orgulloso el Torreón de los Andrade, un vestigio del poder de la familia Andrade que aún vigila el casco antiguo con gesto serio. Te recomiendo pasear por la rúa Real, con sus soportales y balcones de madera, hasta llegar a la iglesia de Santiago.
Si tienes ganas de verde, el Parque Natural Fragas do Eume está a un tiro de piedra: un bosque atlántico donde el musgo se come las piedras y el silencio se vuelve casi místico. Pontedeume es un lugar que combina leyenda, naturaleza y paseos que parecen diseñados para que pierdas la noción del tiempo.
Ferrol
Vale, Ferrol no tiene pinta de pueblo de postal, pero te garantizo que sorprende. Su pasado militar late en cada esquina, con el Castillo de San Felipe como estampa poderosa frente a la ría. El barrio de A Magdalena, con su trazado ilustrado en forma de cuadrícula, es perfecto para caminar sin prisa, mirando fachadas modernistas y respirando aires de ciudad vieja.
Si te interesa la historia naval, date una vuelta por el Arsenal y su museo, auténticas joyas de la ingeniería militar. Y no dejes escapar el puerto, siempre lleno de vida, barcos y conversaciones de toda la ría. Ferrol es robusto, intenso y algo áspero, pero se merece estar en la lista de pueblos bonitos cerca de Sada porque encierra más historias de las que aparenta.
Ordes
Ordes es un lugar donde se mezclan la Galicia rural y la de paso. No tiene murallas ni castillos, pero a cambio ofrece una vida tranquila que a veces se agradece más que cien piedras medievales. Te sugiero pasear por su mercado, que conserva un ambiente auténtico donde se compran grelos, pan y empanadas como se hacía hace medio siglo.
También puedes explorar el área recreativa de O Balado, ideal para un alto en el camino. Aquí lo bonito es el ambiente, la forma en que la gente se saluda sin prisa y te cuenta historias de parroquia mientras esperas un café.
Malpica
Malpica parece puesto ahí a propósito para recordarte que la Costa da Morte no perdona. Casas de colores apiñadas en el puerto, barcas que entran y salen con la marea, y un ambiente marinero que huele a percebe recién arrancado del acantilado. Desde la playa de Area Maior puedes ver las Islas Sisargas, unas rocas salvajes que parecen guardianes en mitad del Atlántico.
En el paseo marítimo encontrarás bares donde probar caldeiradas y pulpo sin remordimientos. Si te atreves, recorre la costa hasta el faro de Punta Nariga, un monumento moderno con forma de barco varado que corta el horizonte con elegancia. Malpica encarna esa Galicia brava y auténtica que no se deja domesticar, y por eso no podía faltar entre los pueblos bonitos cerca de Sada, cerrando este recorrido con un soplo de salitre y viento gallego.